![]() Durante la Universidad y mis primeros años en la práctica profesional fui ferviente creyente de las recomendaciones generales de nutrición y, sobre todo, de la importancia de las calorías. Toda la carrera se me dijo que el equilibrio en el peso es un balance entre las calorías que entran y las que salen. También por eso creía que estaba bien consumir alimentos considerados seguros, como los edulcorantes artificiales, siempre y cuando me mantuviera dentro del límite de calorías diarias. Ahora, después de estudiar una maestría y luego de algunos años tratando a mis pacientes, estoy en contra de ver a la nutrición sólo como calorías que entran y salen. Después de estudiar e investigar, comencé a darme cuenta de que uno de los principales errores es no distinguir entre los carbohidratos simples y los complejos. Por ejemplo, en las recomendaciones que hace la Asociación Americana de Diabetes (ADA), las personas con este padecimiento pueden comer pan, muffins, cereales de caja, pasta, arroz, papas; sin embargo, es impresionante ver el cambio tan dramático en los niveles de glucosa del paciente cuando disminuimos el consumo de carbohidratos simples. CANTIDAD Y CALIDAD Es tan importante tomar en cuenta la cantidad de los alimentos como la calidad. No es lo mismo para el cuerpo consumir 100 kilocalorías de azúcar que 100 kilocalorías de brócoli. Cuando consumimos carbohidratos, nuestra glucosa se incrementa; entre más azúcar contenga el alimento que ingerimos, nuestro nivel de glucosa sube más. Para determinar la cantidad de azúcar que tienen los alimentos y sabe cuánto puede aumentar nuestra glucosa, se creó un sistema llamado índice glucémico o glicémico. En él, los alimentos están clasificados en bajo, medio y alto; por ejemplo, una manzana tiene bajo índice glicémico, lo cual significa que nuestra glucosa sube muy poco cuando comemos una. Cada vez que nuestra glucosa se incrementa, debemos producir insulina para bajarla. De esta manera, si nuestra glucosa sube mucho, la insulina también tiene que aumentar mucho. Dicho de otro modo, la glucosa baja rápido en presencia de la insulina y, por eso, cuando tiene que bajar mucho (porque estaba muy alta) nos sentimos cansados, de malas y se nos antoja un alimento dulce. Sin embargo, la insulina no baja tan rápido como la glucosa, sino mucho más lento. Cada vez que la insulina está alta, nuestro organismo se esfuerza para deshacerse de los ácidos grasos libres, ya que la grasa no se puede usar como energía y se queda almacenada. Hay que destacar también que existen diferentes tipos de grasas: están las saturadas y las insaturadas. Estos dos grupos, a su vez, tienen subgrupos como son las grasas de cadena corta, media, larga, poliinsaturadas o mono insaturadas. Para el cuerpo no es lo mismo consumir unas que otras, por lo que tampoco es lo mismo medir nuestro colesterol total que el colesterol HDL (lipoproteína de alta densidad) y LDL (lipoproteína de baja densidad). Mientras que el LDL se mueve lento y se pega fácilmente a las arterias, el HDL fluye rápido e incluso ayuda a limpiar las arterias y mover el LDL. CUIDADO CON LOS EDULCORANTES ARTIFICIALES Como nota personal, les comentaré que en algún momento de mi vida fui adicta a los refrescos light; me llegaba a tomar hasta un litro al día. Después me di cuenta de que estas bebidas me resultaban dañinas. El problema principal es que contienen aspartame, una sustancia que ha sido vinculada con tumores, dolores de cabeza y neurotoxicidad. El aspartame está compuesto por 10% de metanol, que a su vez se rompe en varios otros químicos que al cuerpo se le dificulta desechar, como el formaldehído, el ácido fórmico y el diketopiperazine. Además, considerando que al aspartame es 200 veces más dulce que el azúcar, puede ser más adictivo. De igual forma está el caso de la sucralosa, que es 600 veces más dulce que el azúcar, razón por la cual a muchas personas se les complica dejar los alimentos dulces. La sucralosa es un clorocarbono, un compuesto con cloro que no se encuentra en la naturaleza. La Food and Drug Administration (FDA) solicitó únicamente dos estudios publicados para aprobarlo para el consumo humano. De tal manera que simplemente recomiendo a mis pacientes no consumir edulcorantes artificiales para no crear adicciones y evitar antojos al dulce. MÁS SOBRE CALIDAD Otro tipo de alimentos que prefiero evitar son los genéticamente modificados, así los genéticamente modificados, así como el jarabe de maíz de alta fructuosa y el glutamato monosódico, por mencionar algunos. Existe gran controversia con los alimentos genéticamente modificados y hay más preguntas que respuesta. No hemos consumido este tipo de productos por tanto tiempo y los efectos a largo plazo siguen sin ser claros. Un primer paso sería que, por ley, tuvieran que especificar las etiquetas de los alimentos cuando usara este tipo de productos; desafortunadamente eso está lejos de conseguirse en México y en muchos otros países. La mejor política es estar seguro y esto sólo lo podemos lograr si consumimos este tipo de alimentos lo menos posible. Comer saludable no cuesta más e incluso a largo plazo ayuda a prevenir enfermedades y tener una mejor salud. Como dijo Hipócrates: “Que la comida sea tu medicina”. SUPLEMENTOS Si consumes alimentos orgánicos es decir, que crecen en un suelo fértil y rico en nutrimentos; carnes magras de animales que no son alimentados con granos; y que además estén libres de pesticidas, herbicidas, antibióticos y hormonas, e incluso que no sean genéticamente modificadas, aunado a que no padezcas estrés, respiras aire no contaminado y tomas agua libre de químicos, entonces no necesitas tomar vitaminas ni minerales adicionales. El resto de nosotros, que no vivimos en esas condiciones, requerimos algunos suplementos de alta calidad para estar en perfecto estado de salud y prevenir enfermedades. Desafortunadamente, hay muchos profesionales que siguen creyendo que no necesitamos ningún suplemento y que podemos consumir todos los nutrimentos que requerimos de los alimentos. Es muy raro que hoy en día una persona no necesite complementos alimenticios. Les cito como ejemplo la vitamina D: 98% de las personas que veo tienen cierta deficiencia en este sentido. Recientemente se han realizado múltiples estudios y, además de enterarnos que es una hormona y no una vitamina, también sabemos que es básica para nuestro sistema inmune. La vitamina D se ha asociado a las mejoras en salud cardiovascular y el combate a la artritis y la esclerosis múltiple, entre otros beneficios. HÁBITOS SALUDABLES VS DIETA La mayoría de las personas que hacen una dieta restrictiva con fecha de expiración recuperan el peso perdido. Lo que tienes que hacer es cambiar tus hábitos por unos más saludables. Ve poco a poco para ir formando hábitos y cuando menos te des cuenta, verás que no te está costando ningún esfuerzo. Sabemos que nadie es perfecto y que regularmente no se tienen hábitos saludables; sin embargo, basta consumir los alimentos necesarios en forma ocasional, ya sea un día la semana o cada 15 días. Come más saludable, toma agua (de ser posible alcalina), haz algo de ejercicio, duerme. Lo más importante siempre es comer tan saludable como podamos. Respeta tu cuerpo y trátalo como se merece, tendrás grandes beneficios a corto y largo plazo. Dir. Fernanda Rodríguez del Peón (55) 62 79 83 14 (55) 67 96 82 90 [email protected]
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Junio 2017
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